Llegó ese tan esperado 8 de octubre. Aerosmith iba a subirse al escenario del gigantesco Estadio Único de La Plata. Fue una tarde de sábado cálida y soleada que muchos supieron aprovechar para improvisar picnics alrededor del estadio.
Recuerdo que cuando veía los videos de Aerosmith en vivo, había personas de todas las edades. Pude verlos en vivo recién 14 años después de haber conocido su música, y en esa ocasión -al igual que en ésta- pude comprobar eso tan llamativo que veía en la tele cuando tenía 11 años: tienen público de todas las edades.
Todavía tengo la esperanza de que el slogan “por última vez en Buenos Aires” con el que promocionaron el show y que imprimieron en cuanta superficie pudieron sea sólo un estandarte marketinero. Y resultó, porque hasta último momento la gente se acercó a las boleterías para tratar de conseguir alguna de las pocas entradas que quedaban.
Apenas pasadas las 22 hs se apagaron las luces del estadio y el público enloqueció para dar lugar a miles de flashes en el campo y las tribunas. Una voz eufórica nos preguntó si estábamos listos y la guitarra, junto con una tímida percusión, abrieron el show -nuevamente- con “Back in the saddle” (Rocks).
Un puñado de ansiosos en el campo delantero ya estaban saltando. Los reflectores revelaron uno por uno a los integrantes y la música fue creciendo hasta que la voz de Tyler explotó chillona y ronca, con sus primeras dos palabras de la noche, “I’m back”. Las luces acompañaron la explosión y el salto del público se hizo masivo.
El sector de prensa no es para emotivos, tuve que contener mis ganas de saltar. En condiciones normales ya estaría llorando, pero me limité a sonreír y cantar tímidamente.
Luego del explosivo comienzo, siguió casi sin respiro ese ochentoso “Love in an elevator” (el único tema de Pump de toda la noche) y el público participó con los “Oh Yeah” correspondientes y el movimiento de brazo acorde. Y esta canción no se siente completa si no vemos a Tyler cantar un “going down” mientras se revuelca en el piso aunque sea por un segundo. Por suerte cumplió.
Para el tercer tema saltaron a los noventas y nos dieron “Cryin’”, el primero de los tres representantes de Get a Grip de la noche. El estadio entero ovacionó, festejó y cantó. Y las luces de los flashes se fueron prendiendo masivamente hasta convertir el estadio en una postal de noche estrellada. Y si suena Cryin’, lloremos todos. Cantemos todos. Emocionémonos con la armónica. Recordemos a Alicia Silverstone y Stephen Dorff jóvenes.
Tyler nos llamó “crazy motherfuckers” (desquiciados hijos de puta), pidió que empujen un poco menos porque se estaban matando contra el vallado. Como corresponde, bah. Y sonó “Jaded”, el único tema propio post 2000 que hicieron. Con el estribillo el campo llegó al pico de euforia. El clásico pasó rápido para dar lugar a “Crazy”. Todos felices con las guitarras de Perry (y su boina) y con el tema que -por muy conocido que sea- nunca va a ser tan famoso como su video.
Pegaron un salto de vuelta a los setentas y “The one and only” Whitford con su gorro dio vida a “Last Child”. Cuando terminó -casi sin pausa- los reflectores apuntaron a Kramer y se escuchó el bombo inicial de “Livin’ on the edge”, el último de Get a Grip del setlist. Ésta la cantamos todos de principio a fin. Y también copiamos la respiración profunda y exagerada de Tyler en la pausa esa de siempre que termina de nuevo con la batería. Y de paso lloramos un poco, ¿por qué no?.
Después vino “Rats in the cellar”, último de la tríada de Rocks, con coros a dúo con Tyler y Perry. Mucho se estuvo hablando en el último tiempo sobre la tensión creciente entre los integrantes de la banda (especialmente entre ellos dos), pero eso no se notó en el escenario donde siguen manteniendo esa dinámica fluida. Un breve pero notorio lapso instrumental, dio un respiro al ritmo frenético que traía hasta ahora la noche, y toda la banda fue protagonista.
Acto seguido, Tyler pidió que “griten fuerte” y así empezó el festival multicolor de “Dude (looks like a lady)”, la primera de Permanent Vacation. Otra que cantamos todos. Continuaron con una acelerada “Same old song and dance”, con revoleada de corpiño sobre la pasarela incluida. Para mí fue perfecta, pero existe la posibilidad de que esté siendo poco objetiva.
Continuaron con el único tema que los cordobeses no pudieron disfrutar: “Chip away the stone”, la figurita difícil en la era pre-YouTube, porque no lo pasaban nunca en ningún lado. “So hard to get”, como dice la letra. Y ellos mismos se encargaron de aclarar que hacía mucho no lo tocaban. Bailemos todos. Prácticamente sin haber terminado, siguieron con el ritmo alegre de “Rag Doll”.
“On the guitar the one and only, Mr Joe Fuckin’ Perry” (“En la guitarra, el único e inigualable Señor Joe Perry”) fue la única presentación necesaria para marcar el inicio de “Stop messin’ around”, uno de los tantos covers de Honkin’ on Bobo, y el único track que Perry nos cantó. Sus gafas y boina no se movieron en toda la noche. Mientras tanto, la pantalla lo mostraba a él con la camiseta de nuestra selección.
Tyler cantó un “olé olé”, y de inmediato pidió “uno momento por favor”. Lo que siguió fue el momento romanticoide de la fecha: Travis y Michelle (integrantes del staff) subieron al escenario y -mitad en inglés, mitad en español- hubo propuesta matrimonial. La respuesta fue un sí rotundo y todos festejamos como si fuésemos amigos de toda la vida. “Love is in the air” dijo Tyler e invitó a todos a besarse.
Y si hablamos de momentos romanticones no puede quedar afuera el super-mega-hiper-archi-hitazo “I don’t want to miss a thing”, del que hicieron una versión que pareció súper cortita. Los flashes provenientes del campo tomaron tal magnitud, que iluminaron al propio público, aún con las luces apagadas.
Casi sin darnos cuenta nos entregaron el clásico “Come together” de The Beatles, que es también un cover clásico en los shows de Aerosmith, y que sirvió de perfecta transición hacia “Walk this way”, doble éxito en la historia de la banda.
Continuando, nos subimos todos a bordo de “Train kept a rollin’”. Excelente, pero pareció durar apenas unos segundos, y enseguida abandonaron el escenario.
Para alivio de todos, no tardaron en volver. Un piano blanco con escalera incluida ya estaba preparado en el extremo de la pasarela. Tyler retomó el “olé olé“, y nos regaló unos segundos de lo que pareció ser “Chopsticks” y un fragmento de “Home tonight” que pareció anticipar la despedida, para seguir con el favorito -ovacionado por todos- “Dream On”. Porque si hacen una gira de hits, éste no puede faltar.
Perry trepó la escalera y tocó su guitarra parado sobre el piano. Quizás ya vimos esto en otra banda alguna vez, pero a quién le importa. Segundos más tarde, llegó el turno de Tyler y las columnas de humo. Y se terminó. “Dream On” siempre termina demasiado rápido.
Y un final prematuro nos lleva al final de verdad. El bajo, marcando el ritmo como toda la noche, toma protagonismo a cargo de “The only, the dynamic, Mr Sweet Emotion Himself” Tom Hamilton. Dos segundos más tarde (o cinco minutos, quién sabe, pasó todo tan rápido), se terminaba todo, con columnas de humo, lluvia de papelitos, y la obligada presentación de los integrantes. Así se fue la noche, en dos horas de show habían pasado cuatro décadas de rock, baladas y hits.
“Por última vez en Buenos Aires”. Hagamos de cuenta que esa frase nunca existió, y esperemos que vuelvan pronto. Avisen cuando estén las entradas en venta.
Texto: Fernanda Scarlato