El tan ansiado 6 de febrero llegó: la primera fecha del 2015 de El mató a un policía motorizado se llevo a cabo en Cuidad Cultural KONEX. La cita presumía una gran convocatoria.
Pasadas las 20 hs, la banda telonera de Posadas, Misiones, La otra cara de la nada sonaba en el escenario techado, mientras se transmitía en simultáneo en la pantalla gigante ubicada en el patio del escenario principal.
La concurrencia iba aumentando poco a poco. El patio del KONEX exhibía su colorido cartel, símbolo de bienvenida, que lo iluminaba casi por completo.
Era el punto para un nuevo reencuentro, la gran familia motorizada llenaba el lugar y le daba a la noche una expectativa emocionante.
Mientras la gente disfrutaba de sus cervezas, las charlas, los abrazos y las risas; la ansiedad sobrevolaba el ambiente. Cómodas reposeras, y hasta dos mesas de ping pong, entretenían a aquellos que circunstancialmente o para matar el tiempo disputaban un partido. Este clima tan simpático y amistoso hace del lugar, uno de esos de los que invitan a quedarse y mucho más importante aún, a querer volver.
El comentario recurrente que se oía era de asombro y decepción, al revelarse que el show no sería en el escenario del patio, como todos esperábamos y se había previsto, sino en el escenario de puertas adentro. Teniendo en cuenta la hermosa noche y los casi 30° que abrumaban la ciudad, esto fue sin duda, un gran despropósito. La banda publicó en su cuenta de Facebook al día siguiente “El plan original era tocar en el patio, pero una nueva ordenanza del gobierno de la ciudad lo hizo imposible”.
La espera llegó a su fin y la tan deseada cita estaba a punto de concretarse. Una vez adentro y con el lugar repleto de gente y emoción, a casi unos minutos de las diez de la noche, El mató, comandado por Santiago Motorizado a la cabeza, subió al escenario. Sin mucho preámbulo ni rodeos, el primer tema de la noche empezó a sonar. “El magnetismo”, canción que abre su último disco La dinastía Scorpio, fue el encargado de dar comienzo a uno de los shows más esperados en lo que va del año.
Casi como una descarga de energía que hizo estallar el espíritu del público, se inició lo que sería una vibrante celebración, un carnaval con todos sus matices y luminarias. La fiesta quedaba oficialmente inaugurada. Palmas, gritos, arengas y el clásico pogo embellecían la velada.
“Navidad en los santos” sería el segundo tema. “En la fiesta que te prometí”, fue el estribillo que efectivamente exponía el plan que estos cuatro muchachos nos tenían preparado.
No hacían falta bengalas ni pirotecnia, el paisaje era perfecto. El calor, lejos de de ser un impedimento, se convertía en cómplice. Aquí y ahora, lo único e importante era lo que estaba sucediendo, ningún obstáculo climático o de cualquier tipo sería suficiente para demoler el encanto de tan épico momento.
“Mujeres bellas y fuertes”, “Nuestro verano”, “Escupime”, “Rock espacial”, “Amigo piedra”, seguían satisfaciendo al público que sumergidos en la excitación disfrutaban de cada segundo.
Con un sonido majestuoso digno de cualquier show de la más alta categoría y el virtuosismo de cada uno de sus integrantes, el recital se convertía canción tras canción en uno de los shows más celebrados, disfrutados y sin duda recordados como uno de los mejores.
La fiesta se vivía arriba y abajo del escenario. A pesar de la reducida comunicación que es habitual que Santiago mantenga con el público, se dejaba ver que tanto él, como cada uno de ellos también lo estaban disfrutando.
Tras un vertiginoso viaje de placer por sus cinco discos de estudio, llegó el momento de uno de los himnos de la noche, ese que proclama la bandera del optimismo, la confianza y la convicción, “Mas o menos bien” era coreado por la multitud.
Casi como un jardín colmado de flores que buscan el sol, un sembrado de manos levantadas o aplaudiendo al unísono, adornaban el espacio. “El fuego que hemos construido” sería la oportunidad para dejar lucir la magia y la destreza que resultaban de cada uno de sus instrumentos.
Ya había pasado una hora pero el apetito expectante seguía intacto. Momento de hacer un intervalo y prepararse para la recta final.
A pocos minutos de las 23, el cuarteto oriundo de la cuidad de La Plata, retomó el escenario. Esta vez para determinar el desenlace de una noche que más de uno deseaba sea infinita.
Una ola de hits se preparaba para ser surfeada, “Día de los muertos”, “Chica de oro”, “Mi próximo movimiento”, “Prenderte fuego” y el inigualable punteo de “Chica rutera” sentenciaba la consumación de la ceremonia.
La humedad que emanaba de esos cuerpos colmados de adrenalina formaba una niebla de vapor que penetraba cada centímetro del lugar. La alegría y satisfacción invadía sus rostros y el sudor, fruto de una revolución física y emocional, se manifestaba casi como una ofrenda de recompensa.
El show llegó a su final. Fue supremo y claro está, cerca de ser insuperable, aunque con El mato a un policía motorizado, insuperable no es una palabra imposible de vencer.
Lo único innegable es que sin duda fue la fiesta que nos prometieron.
Texto: Ludmila Morinigo / Fotografías: Nat Motorizada