El sábado pasado, en el pintoresco teatro del barrio de Palermo “Chacarerean Teatre”, se presentó Coiffeur. La banda liderada por Guillermo Alonso ofreció un show que recorrió gran parte de su discografía, pero que hizo hincapié en su último álbum de estudio, “La conquista de lo inútil” editado a principios de 2013.
Una alfombra roja cubría el piso de la sala, y la recepción estaba a cargo de una amable muchacha. Faltaban unos minutos para las diez de la noche, y las luces se apagaron. Con un impecable traje negro, Coiffeur salió a escena. Acompañado por Joe Luciano, baterista invitado. Todo parecía indicar el comienzo del show.
“En la frontera”, en su versión electro rock fue el tema que inició la función. Parado en uno de los extremos del escenario, rodeado de sus compañeros de escena, sus dos guitarras, y su infaltable notebook, desplegaba su genio.
El contraste de colores entre el escenario y la sala transmitía una imagen agradablemente armoniosa. Negro y rojo, mezclado con el verde de las plantas que se veían de fondo en lo que suponía ser un patio trasero.
Una cortina de humo invadía el escenario, y lo que quedaba ante nuestra mirada, era una sombra que bailaba, acompañada por un juego de luces que se ajustaba perfectamente al momento.
“Pieles”, “De vos conmigo”, “Nudo” y el momento acústico de la noche llegaba con “Vuelvas a casa”, “Esta es una de las canciones que no abandono, y que me gusta seguir tocando” expresaba antes de rasguear los primeros acordes. El lugar quedo a oscuras y lo único que relucía era su figura iluminada en el medio del escenario. Su voz y su guitarra criolla protagonizaban el momento.
La noche seguía con más canciones de su último disco, las cuales invitaban a bailar y despegarse de las butacas por completo.
En “Oxígeno” hubo lugar para que despliegue su habilidad con la flauta, sumado a su ya innegable talento y virtuosismo con la guitarra.
Reversiones de los clásicos de su primer disco, “Crujen” y “Al oído” y también la versión original de “¡Qué mala suerte!” de No es, vaticinaban el final.
Se retiraron en medio de una fervorosa ovación, pero fueron tentados a volver a los pocos minutos tras los aplausos de la gente que insistía por una más.
El último tema fue un bis, “Damero” que inundaba de un arrebatador pop rock todo el lugar y dejaba a la gente más que satisfecha por lo que fue un electrizante show.
El sonido, las luces, la comodidad del lugar, y la magistral performance que nos ofrecieron, consagraron una noche fabulosa en todos sus aspectos.
Texto: Ludmila Morinigo